PARÍS - Hassiba Kechiche era la alumna modelo, la estudiosa de la clase en busca de las mejores notas, hasta que, con 18 años, decidió seguir su instinto religioso y cubrir su cabeza con un velo: así descubrió el amargo rostro de la islamofobia.
Hace apenas medio año, sufrió la última muestra.
"Necesitaba sacar 1,500 euros en un banco y tenía que acudir a ventanilla porque el límite de mi tarjeta era de 700 euros. El empleado que me atendió me dijo que no podía dármelo porque no quería ser cómplice de blanqueo de dinero para financiar el terrorismo", recuerda en una entrevista.
Kechiche salió llorando. Derrumbada, volvieron a su recuerdo los peores fantasmas de humillaciones que ya había tenido que soportar.
Pero decidió acudir al Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF), que envió una advertencia al banco. "Lo cubrieron como un malentendido y al señor que me trató así no le pasó nada. Es la forma que tienen de tapar ese racismo", asegura.
Desde hace años, Kechiche lucha contra este tipo de racismo a través de la asociación Estudiantes Musulmanes de Francia (EMF).
Pero la discriminación que Kechiche ha sentido como musulmana, especialmente desde que empezó a portar el velo, comenzó años antes.
La felicidad que sintió al llegar a una escuela de comercio de Lille, a una hora del pueblo en el que vivía, se vio truncada cuando la expulsaron por una prenda que, a juicio de los propietarios del centro, podía enturbiar su prestigio.
"Me sentí humillada", recuerda seis años más tarde, al relatar aquel episodio que ha quedado grabado en su memoria.
Kechiche decidió mantener el velo en clase cuando su profesora de Derecho le dijo que la ley de 2004 que impide llevarlo en colegios no se aplica en las universidades. La decana, que lo consideró una afrenta, la amenazó con expulsarla si no se lo quitaba.
Asustada, vio su futuro tambalearse, pero la alumna modelo que había hecho todo lo posible por tener las mejores calificaciones descubrió que debía luchar por lo que consideraba justo.
"La decana me acompañó a la puerta para asegurarse que abandonaba la escuela. Fue humillante, todo el mundo me miraba y susurraba mientras me mostraba claramente que allí no querían a gente como yo", rememora.
Se sintió sola. Incluso sus padres le dijeron que cediera para no tirar su porvenir por la borda. Pero Kechiche prefirió mantener el combate y acudió al CCIF, que escribió a los dueños de la escuela.
Al día siguiente, recibió una llamada de la decana diciéndole que todo había sido un malentendido y que volviera a clase. Kerchiche no podía creerlo y preguntó si podía llevar el velo. "No olvidaré nunca sus palabras. Me dijo: 'Puedes llevar lo que te dé la gana, pero ya sabes lo que pienso'".
Número uno de su promoción, delegada de la clase, la joven se convenció de que el velo islámico no era un impedimento para su talento, pero sí una barrera a ojos de algunas personas.
La islamofobia ha crecido de forma exponencial en Francia. El CCIF, que recoge todos los actos denunciados en el país, registró un pico en 2015, coincidiendo con los atentados yihadistas del Bataclán y el "Charlie Hebdo" y el estado de emergencia.
"Las autoridades adoptaron decisiones que restringieron las libertades de los musulmanes en nombre de la lucha antiterrorista, pero en la mente de muchos les hicieron pasar por enemigos", señala Mathilde Brouzes, de Amnistía Internacional.
En 2018, el último año del que hay datos actualizados, se produjo un incremento del 52 %, tras dos años de bajadas. La mayoría son actos discriminatorios, una constante desde que en 2004 las autoridades prohibieron el velo en muchos espacios públicos, incluidos colegios e institutos.
También han contribuido, según Brouzes, declaraciones de políticos que no dejan clara la frontera entre la religión y el radicalismo, como cuando el actual ministro de Interior, Christophe Castaner, incluyó llevar barba o acudir a la mezquita entre los signos de radicalización.
Kechiche cree que todos esos símbolos no son más que una excusa.
"Muchas veces me he preguntado si mi vida sería más fácil sin el velo. Pero, en realidad, no evitaría que me llame Hassiba Kechiche, que sea francesa de origen argelino, que mis padres nacieran en Argelia. Si no fuera por el velo, sería por otra cosa".