SAO PAULO - El exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva ganó este domingo la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil con un 50.83 % frente al 49.17 % que obtuvo el actual gobernante, Jair Bolsonaro, con el 98.81 % de las urnas escrutadas.
El líder del Partido de los Trabajadores (PT), que ya gobernó entre 2003 y 2010, volverá a ocupar la Presidencia de un Brasil extremadamente dividido a partir del 1 de enero de 2023 y por los 4 años siguientes.
Lula obtuvo 59.7 millones de sufragios, mientras que Bolsonaro, líder de la extrema derecha brasileña y capitán retirado del Ejército, se quedó con 57.7 millones, con el 99.10 % del censo escrutado, según los datos del Tribunal Superior Electoral (TSE).
La emoción en el escrutinio se mantuvo hasta el último instante en la que ya son las elecciones más ajustadas de la historia del país.
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La votación estuvo más apretada de lo que esperaban los sondeos previos a los comicios, reflejo de la alta polarización que vive Brasil y que incluso ha derivado en episodios de violencia política durante la campaña.
Como ya pasó en la primera ronda, las principales empresas demoscópicas no consiguieron precisar la fuerza del bolsonarismo.
Bolsonaro, un nostálgico de la dictadura militar (1964-1985), empezó el conteo por delante, pero con el 67.76 % escrutado, el expresidente progresista pasó a liderar, tendencia que se mantuvo hasta el final, aunque siempre con un margen muy pequeño.
El antiguo tornero mecánico también fue el vencedor de la primera vuelta, realizada el pasado 2 de octubre, cuando obtuvo el 48.4 % de los votos, frente al 43.2 % que consiguió Bolsonaro.
Con su victoria en el balotaje, Lula, de 77 años, volverá a comandar la mayor economía de Latinoamérica.
Durante la campaña prometió "reconstruir" el Brasil de Bolsonaro, acabar con el hambre, que hoy afecta a unos 33 millones de brasileños, y "colocar al pobre en los presupuestos" del Estado, combinando responsabilidad social, fiscal y ambiental.
También anticipó que estaría en el poder durante un solo mandato, que en Brasil es de cuatro años.
La victoria de Lula era algo impensable hace unos años por los múltiples procesos de corrupción a los que tuvo que hacer frente, pero en 2021 la Corte Suprema anuló las condenas que le hicieron pasar 580 días en prisión, recuperando así sus derechos políticos.
UNA JORNADA SIN FILAS
A diferencia de la primera vuelta cuando largas filas fueron el común denominador, este domingo la jornada ha transcurrido sin incansables esperas para acceder a las urnas.
La gente, sin embargo, fue precavida y prefirió llegar temprano y esperar por más de media hora a que abrieran las mesas que al igual que el pasado 2 de octubre quedaron habilitadas a las 8.00 hora local (11.00 GMT).
Hasta comienzos de la tarde, la situación era de calma en todo el país y a primera vista no se registraron peleas entre seguidores de ambos candidatos o acciones proselitistas que son prohibidas en esta fecha.
ENTRE LA PRESIÓN Y LA CONVICCIÓN
A pesar del que el país está dividido entre izquierda y derecha, pues según los últimos sondeos Lula solo aventaja por entre cuatro y ocho puntos porcentuales a Bolsonaro, muchos salieron a las urnas casi que obligados a tomar partido "porque no había de otra", como expresaron varios electores entrevistados por EFE que prefirieron mantenerse en el anonimato.
No fue el caso de Robinson, de 57 años, que trabaja como vendedor ambulante de helados en la plaza de Sao Salvador -un conocido reducto de la izquierda en la zona sur de Río de Janeiro- y que no dudó en hablar con EFE sobre su posición en la fila antes de entrar a votar.
Vestido con una camiseta verde, porque quería "confundir a la oposición" llevando consigo aunque fuera un "pedacito" de la bandera de Brasil de la que se han apropiado los de "la derecha", este trabajador autónomo pide que Brasil salga de la opresión y de la miseria".
"Quiero que el país vuelva a tener una vida digna, con libertad de expresión, sin violencia, sin apología a las armas y que las personas más necesitadas sean bien atendidas", aseguró.
Rossana, que vive en el icónico barrio de Copacabana, el preferido por Bolsonaro para las concentraciones de sus seguidores, también quiso dejar clara su posición y además llamar la atención pues se vistió de pies a cabeza con la bandera de Brasil.
"Yo creo que tenemos que continuar con el gobierno que está porque si entra un gobierno corrupto, un gobierno de mentira que se apropió del país durante 16 años, pues se acabó Brasil y ahí vamos a convertirnos en una Argentina o una Venezuela", aseguró esta viuda, de 66 años.
Contrario a Rossana, este domingo los brasileños, en general, optaron por ser discretos con sus ropas sin exhibir el rojo característico de la izquierda, que sigue a Lula, o el "verde-amarelo", que pinta al más importante símbolo patrio, y que es usado por la derecha.
CLAMOR POR LA AMAZONÍA
Asuntos como la devastación de la Amazonía brasileña, que en poco más de nueve meses ya superó en un 12,9 % a la de todo 2021 y, sin terminar el año, supone un nuevo récord para el país, también fueron expresados por los votantes en Río.
Gilda, una pensionada de 76 años y que votó por Lula, sabe que si el líder progresista llega a ser elegido jefe de Estado va a tener una labor "difícil", que necesitará de "mucha unión" para ofrecer un mejor futuro al país y al mundo.
"Lo que esperamos no es solo para Brasil es para el mundo entero. principalmente en el tema de la Amazonía que está siendo totalmente destruida por los incendios que Bolsonaro viene facilitando para la venta de madera y para el agronegocio", enfatizó.
Pese a que la jornada transcurre con tranquilidad en todo Brasil, hay personas que temen algún tipo de conflicto en caso de que Bolsonaro pierda y no reconozca la decisión, como se vio en Estados Unidos cuando Donald Trump fue derrotado por Joe Biden.
"Me da un poco de miedo lo que pueda ocurrir por causa del otro partido, que puede generar una confusión por cuenta de los resultados", indicó.