El partido gobernante en México, el Partido Revolucionario Institucional, se encuentra tan mal en las encuestas que la mayoría de su dirigencia aceptó el domingo que por primera vez su candidato presidencial no sea un militante.
El PRI gobernó México la mayor parte del siglo pasado y durante los últimos cinco años.
Sin embargo, frente su rezago en los sondeos debido a la violencia, la corrupción, la alta inflación y un débil crecimiento económico, esa fuerza política ha recurrido al exsecretario de Hacienda, José Antonio Meade, que no es miembro del partido.
El exfuncionario recibió el apoyo de la mayoría de los dirigentes del partido durante un acto efectuado el domingo, en el que se registró como aspirante a la candidatura presidencial del PRI para las elecciones de julio próximo.
Meade tiene garantizada prácticamente la candidatura presidencial después de que su única contrincante seria, la exgobernadora del estado de Yucatán, Ivonne Ortega, ofreció el sábado su apoyo al exfuncionario.
En lugar de distanciarse de las antiguas prácticas habituales del PRI, Meade las ha adoptado, como asistir a actos políticos con dirigentes sindicales y campesinos de la vieja guardia y a otros en los que multitudes son acarreadas en autobuses.
Ante la multitud reunida en la sede del PRI en la Ciudad de México, Meade asumió la línea del presidente Enrique Peña Nieto de que la continuidad es la mejor apuesta.
México
“No hay que demolerlo todo, no hay que cambiarlo todo, no hay que inventarlo todo”, afirmó.