MÉXICO - Las manos arrugaditas volvieron a abrir las bolsas para colocar dentro la mercancía, una acción que para ellos significa poder llevar de nuevo el sustento a sus casas.
"Aparte de que nos hace falta un centavito, para no estar inactivo en la casa", dice José Luis Chávez, quien se incorporó este martes como empacador en un supermercado de la capital mexicana.
Al igual que cientos de sus colegas, durante más de 12 meses que lleva la pandemia no pudo tener el ingreso que le aporta su actividad, lo que le provocó graves problemas en su bolsillo.
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"Pero ya como se fueron acabando los recursos, no aguantamos, nos empezamos a desesperar y me metí como seis meses de viene-viene (acomodador de autos en las calles), pero era muy duro", cuenta Chávez.
Bajo la misma necesidad, María Elena Amador también volvió a la tienda, ya que los $100 que recibe cada mes de pensión no le alcanzan para cubrir sus gastos y además, dice, no se acostumbra a no hacer nada.
"En la casa a qué me quedo? Este año se me hizo eterno, me da ansiedad", asegura Amador.
Cerca de 26,000 adultos mayores participan en esta actividad y la mayoría de ellos aseguran que no tienen otra fuente de ingresos para poder sobrevivir.
Ante ello, las autoridades mexicanas permitieron el regreso a esta labor a los mayores de 60 años en estados donde el semáforo de riesgo no indique un gran peligro de contraer COVID-19, pero les pidieron dos condiciones.
"Deben tener las dos vacunas y tener 15 días de la última dosis", detalla Rocío Ruiz López, de políticas públicas del Instituto Nacional de Protección al Adulto Mayor (Inapam).
Al igual que ha ocurrido en las últimas semanas, quienes todavía no reciben el aval para reincorporarse exigen que les permitan ganarse su sustento.
“Somos gente que tenemos que trabajar para poder seguir en esta vida, todos, todos tenemos la necesidad de trabajar", dice una mujer que participó en una marcha de protesta.
En tanto, quienes se dicen afortunados esperan que pronto sus demás compañeros puedan llenar los grandes huecos que hay al final de las cajas de cobro, donde cada cliente aún tiene que acomodar sus compras.