Economía

¿Pueden los aranceles revivir la producción y manufactura? Datos sugieren que tomará tiempo

En la década de 1970, uno de cada 5 trabajadores estadounidenses trabajaba en la manufactura. Hoy en día, la cifra se acerca a 1 de cada 12.

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Los aranceles o derechos de aduana son un impuesto sobre los productos comprados en el exterior, y son implementados por prácticamente todos los países.

El presidente Donald Trump ha afirmado que la creciente guerra comercial que la Casa Blanca inició este año con Canadá, México y China impulsará a las empresas a renunciar a los productos extranjeros y a regresar a aquellos fabricados en Estados Unidos. Sin embargo, los datos sugieren que la economía estadounidense no está preparada para una transición hacia la manufactura y que aumentar la capacidad de producción tomaría años.

Los datos de la Oficina de Estadísticas Laborales muestran que solo una fracción de la población estadounidense trabaja en granjas y fábricas en comparación con décadas pasadas. La mayoría trabaja actualmente en servicios como software, finanzas y atención médica. Los expertos señalan que centrarse en la producción nacional de bienes podría costarles a los consumidores y socavar la creciente ventaja de Estados Unidos en la economía del conocimiento.

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Reducción del sector

En la década de 1970, uno de cada 5 trabajadores estadounidenses trabajaba en la manufactura. Hoy en día, la cifra se acerca a 1 de cada 12.

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Incluso con financiación ilimitada y voluntad política, se necesitan años para capacitar a la fuerza laboral y reconstruir la infraestructura. Los aprendizajes formales en oficios suelen requerir cuatro años, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Además, Intel estima que la construcción de plantas de fabricación de semiconductores tarda de tres a cuatro años en completarse.

La incertidumbre política es otro obstáculo importante. Las empresas dudan en realizar inversiones a largo plazo cuando las políticas comerciales podrían cambiar en cuestión de meses o menos.

Las empresas "ni siquiera intentarán contratar y capacitar personal hasta que estén convencidas de que existen aranceles permanentes", afirmó Richard Mansfield, economista de la Universidad de Colorado en Boulder. En lugar de impulsar la producción nacional, afirmó, es más probable que las empresas suban los precios, busquen proveedores alternativos (Vietnam, Chile) o ambos.

Esto se manifestó durante el primer mandato de Trump cuando, bajo la amenaza de aranceles, las empresas trasladaron la producción de China a México.

Dennis Hoffman, economista de la Universidad Estatal de Arizona, planteó el impacto arancelario de forma más contundente: "Se termina perjudicando a los consumidores de todo Estados Unidos".

Fortalezas del servicio

Mientras tanto, centrarse en la producción de bienes pasa por alto otra realidad: Estados Unidos tiene una ventaja global en la exportación de servicios, impulsada por los negocios, los viajes y la propiedad intelectual.

El superávit de servicios de Estados Unidos, de $25,200 millones, a menudo queda oculto por su déficit de bienes de $156,700 millones.

Te explicamos cómo se sentirá el impacto de los aranceles que entraron en vigor este martes a México y Canadá. Para ver más de Telemundo, visita https://www.nbc.com/networks/telemundo

Los aranceles no reflejan esa realidad económica, dejando a los consumidores con precios más altos para los bienes básicos y menos dinero para gastar en las áreas en las que nuestra economía destaca, afirmó Hoffman: bienes baratos significan "más dinero para ahorrar, invertir y asignar a otras áreas; estamos mucho mejor gracias al acceso al comercio internacional".

Los déficits no son necesariamente negativos. "Si tienes un déficit comercial, no pierdes", afirmó Hoffman. "Tenemos déficits comerciales porque consumimos; nuestro apetito por el consumo es mayor que nuestra capacidad de producción".

Vías de progreso

A medida que los países progresan y se enriquecen, la manufactura tiende a representar una menor proporción de sus economías, afirmó Hoffman.

Los datos de Our World in Data muestran que, si bien la producción manufacturera de los países de bajos ingresos aumentó entre 2004 y 2020, los países de altos ingresos siguieron el camino contrario.

Desde el desarrollo de software de vanguardia hasta productos financieros innovadores, el trabajo en la economía del conocimiento suele ofrecer mejores salarios y condiciones laborales que la manufactura tradicional.

Hoffman, quien creció en Michigan y presenció el auge de la manufactura en la década de 1970, afirmó que, si bien estos trabajos en fábricas eran beneficiosos para su tiempo, eran sucios, peligrosos y físicamente exigentes.

La economía de servicios actual, afirmó, crea oportunidades diferentes pero superiores: "Hay menos desgaste físico, se puede trabajar más tiempo y se puede ganar bien la vida".

Este artículo fue publicado originalmente en inglés por Jasmine Cui para nuestra cadena hermana NBC News. Para más de NBC News, entra aquí. 

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