TEGUCIGALPA, Honduras — La madre de un hondureño de 17 años que murió en custodia de las autoridades de inmigración de Estados Unidos dijo el sábado que su hijo tenía epilepsia pero que no mostraba signos de estar grave antes de que viajara hacia Estados Unidos.
La muerte de Ángel Eduardo Maradiaga Espinoza en el centro de retención en Safety Harbor, Florida, acentuó las preocupaciones en torno al abrumado sistema migratorio estadounidense mientras el gobierno del presidente Joe Biden gestiona el fin de las restricciones al asilo conocidas como Título 42.
Su madre, Norma Saraí Espinoza Maradiaga, dijo que su hijo tenía epilepsia desde que era niño, pero que sus crisis eran breves y no graves.
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Afirmó que Eduardo sufría la enfermedad desde los 8 años sin que le representara un peligro. El ataque más largo le duraba menos de un minuto y parecía afectarle poco, agregó.
Espinoza Madariaga dijo a The Associated Press en una entrevista telefónica el viernes que Ángel Eduardo partió de su poblado natal de Olanchito, Honduras, el 25 de abril. Días después cruzó la frontera entre México y Estados Unidos, y el 5 de mayo fue canalizado al Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), que administra las instalaciones de mayor permanencia para menores que ingresan sin algún padre en territorio estadounidense.
La madre señaló que ese mismo día ella había conversado con su hijo por última vez.
“Me dijo que estaba en el albergue, que no me preocupara porque estaba en las mejores manos”, agregó. “Sólo hablamos dos minutos, me despedí de él y le deseé lo mejor”.
Según Espinoza Maradiaga, se enteró de la muerte de su hijo, primero por uno de sus amigos en el albergue y después por un funcionario estadounidense que le confirmó lo dicho por el amigo.
“Quiero que se esclarezca el verdadero motivo de la muerte de mi hijo”, exigió. “Nadie me dice nada. Me está matando la angustia”, añadió. “Dicen que están esperando los resultados de la autopsia y no me dan otra respuesta”.
No se informó de momento sobre las causas del deceso, ni de que padeciera alguna enfermedad o estuviese bajo tratamiento médico.
Ángel Eduardo estudió hasta el octavo grado antes de dejar la escuela para trabajar. Recientemente había estado laborando como asistente de mecánico. Desde los 7 años se había destacado como jugador de fútbol en Olanchito, en el norte de Honduras, dijo su madre.
El adolescente estaba esperanzado de reunirse con su padre, que se fue a Estados Unidos hace años, y ganar dinero para mantener a sus dos hermanos menores que seguían en el país centroamericano, agregó la mujer.
Había emigrado con la aprobación de su madre y el respaldo financiero de su padre en Estados Unidos, señaló ella.
“Desde que tenía 10 años deseaba cumplir el sueño americano para ver a su papá y tener una mejor vida”, manifestó la madre. “La idea de él era ayudarme; me decía que cuando estuviera en Estados Unidos me iba a cambiar la vida a mí”.
El Departamento de Salud y Servicios Humanos extendió el viernes en un comunicado sus condolencias y dijo que revisaba los registros de atención médica y que un forense estaba investigando el deceso.
Las restricciones al asilo del Título 42 expiraron el jueves a las 11:59 p.m., y el gobierno de Biden anunció nuevas medidas que entraron en vigor el viernes para quienes crucen la frontera.
Decenas de miles de personas intentaron cruzar la frontera de México a Estados Unidos semanas antes de la cancelación del Título 42, mediante el cual las autoridades estadounidenses expulsaban a muchas personas con el argumento de prevenir la propagación del COVID-19, pero otorgaban dispensas a otras, entre ellas menores de edad que cruzaran la frontera sin que los acompañara alguno de sus padres.
Hasta donde se sabe, esta es la primera muerte de un menor migrante bajo custodia de las autoridades federales durante el gobierno de Biden. Al menos seis menores migrantes fallecieron en custodia federal durante el gobierno del expresidente Donald Trump, que en ocasiones detuvo a miles de niños por encima de la capacidad del sistema.
El HHS administra instalaciones de alojamiento a largo plazo para mantener a menores que hayan cruzado la frontera sin compañía de alguno de sus padres hasta que se les pueda colocar con un patrocinador. En general, las instalaciones del HHS tienen camas y otro equipamiento, y cuentan con enseñanza y diversas actividades para los menores, a diferencia de las estaciones y centros de detención de la Patrulla Fronteriza, en los que a veces los migrantes recluidos tienen que dormir en el piso de las celdas.
Activistas opuestos a la detención de niños migrantes dicen que las instalaciones del HHS son inadecuadas para detener a menores durante semanas o meses, algo que ocurre en ocasiones.
En la actualidad más de 8,600 niños están bajo custodia del HHS. La cifra podría elevarse en forma considerable en las próximas semanas tras el cambio en las políticas fronterizas así como por un aumento en las tendencias migratorias en el hemisferio occidental y el típico incremento en los cruces fronterizos durante la primavera y el verano.