UVALDE, Texas – La comunidad de Uvalde ha comenzado a dar un último adiós a las víctimas mortales de la balacera ocurrida en la Escuela Primaria Robb, en Uvalde, este 24 de mayo.
Mientras tanto, algunas de las 17 personas que resultaron heridas siguen hospitalizadas y el camino hacia la recuperación será largo, pues no solo existen heridas físicas, sino que también hay que sanar las lesiones emocionales que la tragedia ha causado.
Kendall Olivarez, de 9 años, es una de los estudiantes que fueron alcanzados por la balas aquel día. Ella sobrevivió al tiroteo, pero el hecho le ha cambiado la vida para siempre.
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“Solo fue un disparo y una bala la que impactó su cuerpo, y esa explota en el cuerpo”, dijo Melissa Abeyta sobre el balazo que recibió su prima Kendall y le dejó fragmentos en una pierna y el área del coxis.
La doctora Ericka Brigmon, cirujana de traumatología del University Health System de San Antonio y quien atendió a algunas de las víctimas, explicó que el tipo de proyectil que utilizó el autor de la masacre causa tales daños que destruye los tejidos por donde pasa.
La pequeña Kendall ha sido sometida a tres cirugías desde el día de la balacera, con una cuarta programada para esta semana.
Afortunadamente, la niña se encuentra en condición estable y este sábado pudo salir de su cuarto de hospital para reunirse con algunos de sus familiares.