KABUL/BEIRUT - Un año después del histórico acuerdo firmado en Doha entre Estados Unidos y los talibanes como parte del proceso para poner fin a casi dos décadas de guerra, Afganistán no ha visto cumplidas las expectativas del cese a la violencia.
El acuerdo del pasado 29 de febrero preveía la completa retirada de las tropas internacionales en Afganistán en un periodo de 14 meses, a cambio del compromiso de los talibanes de no acoger grupos terroristas ni que el país sirva de base para lanzar ataques contra otros estados, además de una reducción drástica de la violencia.
Como parte de este proceso han abandonado Afganistán unos 10,000 efectivos estadounidenses, mientras que permanecen todavía unos 2,500 soldados, el número más bajo desde la invasión que derrocó al régimen talibán en 2001.
También se pactó un intercambio de 5,000 presos insurgentes y un millar de reclusos de las fuerzas afganas en los primeros días tras la firma del acuerdo, como paso previo al inicio de las conversaciones intraafganas, pero el proceso tardó casi seis meses en completarse ante la falta de consenso entre el Gobierno afgano y los talibanes.
Las conversaciones interafganas comenzaron finalmente el pasado 12 de septiembre en Doha, sin avances significativos hasta ahora.
Los afganos tampoco han visto una reducción de la violencia, después de que los talibanes reanudaran sus ataques en todo el país pocas semanas después de estampar la firma en Doha.
EEUU
"El acuerdo no fue efectivo para detener el derramamiento de sangre ni para poner fin a la guerra", explicó el portavoz de la Oficina del Consejo de Seguridad Nacional de Afganistán, Rahmatullah Andar, que subrayó que fue un error no incluir a Kabul en esas negociaciones.
El pasado mes de enero, la nueva administración del presidente estadounidense Joe Biden, anunció que iba a "revisar" el acuerdo de Doha, lo que plantea la posibilidad de que se dé marcha atrás a la retirada completa de las tropas en mayo.
En consecuencia, los insurgentes advirtieron de que, si se mantienen las tropas más allá de la fecha límite en Afganistán, se reanudarán los ataques contra las fuerzas estadounidenses.
"Si los estadounidenses se quedan y no retiran todas sus tropas de Afganistán, el Emirato Islámico (como se autodenominan los talibanes) continuará su yihad (...) y los estadounidenses serán responsables de las consecuencias", advirtió el principal portavoz insurgente, Zabihullah Mujahid.
Pese a que los insurgentes detuvieron casi por completo sus ataques armados contra las tropas extranjeras desde la firma del acuerdo, su actividad contra las fuerzas afganas continuó, además de una oleada de ataques selectivos contra civiles, entre ellos activistas o periodistas, de los que los insurgentes se desmarcaron.
Afganistán experimentó "un aumento de ataques en vez de una reducción de la violencia" tras el acuerdo, sobre todo en áreas urbanas, dijo el presidente del Órgano de Control de la Paz en Afganistán (APW, en inglés), Habib Khan Totakhail.
Según el organismo, en Afganistán se registraron casi 4,000 ataques en el último año, de los cuales casi el 60 % se atribuyeron a los talibanes y solo un 25 % a las fuerzas gubernamentales, mientras que el resto se desconoce quién los perpetró.
En estos ataques murieron 21,175 personas, la mayoría insurgentes (casi 16,000), seguido de las tropas afganas (con unos 3,500) y 1,825 civiles.
Totakhail cree que el acuerdo entre Estados Unidos y los talibanes no llevará a Afganistán a una paz sostenible sin una tregua previa. "Cualquier tipo de acuerdo de paz colapsará y no durará hasta que no se declare un alto al fuego permanente y todas las tropas extranjeras abandonen el país", declaró.
Para los talibanes, "si se implementa por completo, el acuerdo de Doha es la forma más lógica para poner fin a la guerra en Afganistán", apuntó por su parte Muhammad Naeem Wardak, portavoz político talibán en Catar.
Wardak insistió además en que los insurgentes redujeron significativamente su actividad tras la firma del acuerdo, ya que "no se han llevado a cabo grandes ataques contra las principales bases militares en áreas urbanas, ni se lanzaron ofensivas importantes para capturar ninguna capital provincial o distrito".
El portavoz acusó sin embargo a EEUU de violar el acuerdo al realizar bombardeos lejos de las zonas de combate y de oponerse a la liberación del resto de prisioneros talibanes.
El Gobierno afgano se opone también a la liberación de más talibanes ya que, aseguran, casi el 90 % de los 5,000 insurgentes liberados ya han regresado al campo de batalla.