Los huracanes, también llamados ciclones tropicales, son fenómenos atmosféricos que, dependiendo de su intensidad, pueden ocasionar mayor destrucción en las zonas que impacten, al provocar grandes marejadas, fuertes vientos, intensas precipitaciones, deslizamientos e inundaciones.
Según detalla el Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), para formarse, el sistema necesita dos elementos: aire cálido y el agua que se evapora desde la superficie del océano debe estar a más de 80° grados Fahrenheit.
Estos componentes provocan que se organice un sistema de baja presión en aguas tropicales, compuesto por lluvias y tormentas eléctricas, que se denomina como una onda tropical.
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Si la onda se intensifica y sus vientos incrementan hasta a 38 millas por hora, pasa a ser una depresión tropical.
Cuando los vientos pasan las 39 mph, pero permanecen dentro de las 73 mph, se considera una tormenta tropical.
Ya cuando el fenómeno cuenta con vientos sostenidos de 74 mph o más, se denomina como un huracán.
Conoce más sobre cómo se clasifican los sistemas aquí.
A medida que aumentan los vientos de estos fenómenos, las bandas internas se cierran y rodean un área central conocida como "el ojo". Cuando el sistema finalmente se convierte en huracán y toca tierra, el aire seco, combinado con el aumento de la fricción del terreno, provoca que se debilite.
Según los datos del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), aunque la temporada de huracanes en el Atlántico inicia el 1 de junio y se extiende hasta el 30 noviembre, el pico es durante los meses de agosto, septiembre y octubre. Esto se debe a que el tiempo cuenta con los elementos antes mencionados que contribuyen a su formación.
En el Pacífico, la temporada de huracanes es del 15 de mayo al 30 de noviembre.
¿DÓNDE SE FORMAN?
Como estos sistemas necesitan agua caliente y humedad, solo pueden formarse en las aguas de cualquier océano cerca del ecuador.
Los sistemas que se forman en el océano Atlántico norte y la región este y centro del Pacífico norte, se llaman huracanes, mientras que los que se forman en el oeste del Pacífico norte, se denominan tifones. Aquellos que se forman en el sur del océano Pacífico y en el océano Índico, se llaman ciclones.
De acuerdo con la NASA, las tormentas que se forman al norte del ecuador, rotan en sentido contrario a las manecillas del reloj y las que se forman al sur del ecuador, giran en sentido de las manecillas del ecuador.
En el Atlántico, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés) indica que durante gran parte del año, las ondas se forman de cada dos a tres días cerca de la costa africana.
Al salir las ondas tropicales del continente, los vientos las mueven hacia el océano, se combina con el calor y la humedad, se fortalece el sistema y logra convertirse en un fenómeno mayor.
"Cerca del 85 por ciento de los huracanes intensos y alrededor del 60 por ciento de las tormentas más pequeñas tienen su origen en las Ondas Orientales Africanas", detalla el NHC.
¿EL POLVO DEL SAHARA DETIENE LA FORMACIÓN DE HURACANES?
La Capa de Aire del Sahara (SAL) es una masa rica en minerales y polvorienta que se forma sobre el desierto del Sahara desde finales de la primavera hasta principios del otoño y se mueve sobre el Atlántico.
Este fenómeno es importante para detener la formación de tormentas tropicales porque su aire seco puede privar a la tormenta de humedad y los vientos pueden interferir con su convección.